Ascensión al pico Balaitús: una cima exigente para disfrutar

Es un trayecto con dificultad, tanto por su altitud y desnivel como por la distancia del recorrido. Características que no arredraron a Lucinio Sebastián (Planificación Logística) ni a sus dos compañeros de escapada: Luis M. Ezkurra (Calidad de Serie) y Agustín García Perea (Calidad-Material de Compra), que hicieron juntos dicha cima el pasado 6 de septiembre.

Acostumbrados a montañas superiores a 3.000 metros, el pico Balaitús o Pico Moros es la cumbre que estos tres trabajadores de la fábrica habían planeado coronar antes de que terminase el verano. Pese a que los tres son habituales de la montaña, Luis, Lucinio y Agustín dedicaron tres semanas a preparar el ascenso. En nombre de los tres, Lucinio nos relata su experiencia.

D.N.I.

Nombre y apellido

Lucinio Sebastián Paniego.

Fecha y lugar de nacimiento

19.02.61. Jaramillo de la Fuente, Burgos.

En Volkswagen Navarra

desde mayo de 1990.

Puesto actual en la fábrica

Planificación Logística.

¿Por qué elegisteis el Balaitús?

Lo habíamos planificado Luis y yo en 2019, desde la cima del Midi d’Ossau. Teníamos al Balaitús justo en frente: ¡majestuoso!, ¡Imponente! Así que el año pasado decidimos que iríamos en septiembre. Yo no lo había subido nunca y Agustín una vez. Luis sí lo había hecho en otras ocasiones y además tiene mucha experiencia en montaña y escalada. Él fue nuestro guía.

Aunque los tres sois montañeros habituales, el Balaitús es un pico exigente. ¿Cómo preparasteis su ascenso?Nos preparamos durante 3 o 4 semanas subiendo otros montes como los Picos del Infierno, el Pico de Arriel y Cristales, todos en la zona de Panticosa.

¿Cuál fue vuestro plan para hacer cima?

Lo planteamos en dos etapas. El 5 de septiembre iniciamos el ascenso desde el Embalse de la Sarra, en Sallent de Gállego, donde subimos el Pico Musales (2.654 m), y seguimos hasta el refugio de Respomuso, situado en el circo de Piedrafita (Valle de Tena), a 2.220 metros de altitud. Es un albergue muy próximo al ibón de Respomuso. Allí pasamos la noche.

Y al día siguiente, ya cansados, a por la segunda etapa.

Nos levantamos muy temprano para salir a la 7:00 hacia el Balaitús. Sabíamos que nos esperaba una larga jornada hasta la cima, durante la que todos esperábamos disfrutar.

¿Por dónde abordasteis la montaña?

El ascenso lo hicimos por la brecha de Latour, el tramo de mayor dificultad, con pasos de grado II+. Allí tuvimos que hacer una parte de escalada a la que yo no estoy acostumbrado. No nos hizo falta material. Subimos agarrándonos a unas clavijas que ya estaban insertadas en la roca.

¿Cuánto tardasteis en alcanzar la cima? ¿y qué hicisteis al llegar allí?

Tardamos, aproximadamente, unas cuatro horas. Fue un esfuerzo grande debido a la longitud del trayecto y al desnivel. Al llegar nos abrazamos y estuvimos un rato disfrutando de las vistas.

¿Cómo las describirías?

¡Impresionantes, espectaculares! Además, hizo un día tan bueno que podíamos ver gran parte de los Pirineos: el Monte Perdido, el Vignemale, el Midi d’ Ossau, que también habíamos hecho juntos en otra ocasión. Allí estuvimos durante un rato. Yo tengo pasión por la fotografía, así que me dediqué a sacar fotos del paisaje y a disfrutar de las vistas.

¿Recuerda alguna anécdota del ascenso?

En el refugio de Respomuso nos encontramos con dos músicos ofreciendo un concierto. Habían subido hasta allí con sus instrumentos, que no eran precisamente ligeros. Un concierto de altura a 2.220 m. Al día siguiente, cuando llegamos a la cima, nos encontramos con un niño de unos 8 o 10 años con sus padres. Toda una sorpresa teniendo en cuenta la dificultad y lo largo que era el recorrido. Además, ellos hicieron la bajada por la Brecha de Latour, por donde había que rapelar.

Tras ese rato para reponer fuerzas, iniciasteis el descenso.

Arriba tomamos unas barritas energéticas y algunas piezas de fruta y empezamos el camino de vuelta. Descendimos por la Gran Diagonal, una zona muy pedregosa y expuesta, además de bastante pendiente lo que dificultaba mucho el descenso.

A las 7 de la mañana habíais iniciado la jornada. ¿A qué hora llegasteis?

A las 5 de la tarde llegábamos al Embalse de la Sarra, donde habíamos empezado la excursión el día anterior y teníamos el coche. Aquel segundo día anduvimos más de 20 km durante unas diez horas. Para terminar con una cerveza bien fresca, y camino para Pamplona.

Un enorme esfuerzo. ¿Qué supone para ti la montaña para que te compense?

Para mí es una liberación total. Trabajo en Logística, con un día a día bastante estresante, y cuando voy a la montaña dejo allí todas las tensiones de la semana.

¿Puedes ofrecer algún consejo para alguien que quiera hacer el Pico Balaitús?

No es un pico para principiantes. Pero para quien quiera empezar a hacer este tipo de cumbres más exigentes, su principal objetivo debe ser ir a disfrutar, lo demás viene por añadidura. Hay que ir poco a poco.

¿Cómo te mentalizas para alcanzar una cumbre como esta?

Yo no me trazo grandes objetivos. Mi meta siempre es volver con buenas fotos y buenas sensaciones. Lo demás va llegando. Pero no busco cada vez hacer una montaña más exigente, aunque siempre puedes apuntar a más, como hacer los Alpes.

En definitiva…

Lo que yo aconsejo es que aprendan a disfrutar de la naturaleza y el objetivo se conseguirá. No puedo decir que así no te cansas, que sí, pero disfrutas del trayecto.

¿Tenéis otro proyecto de ‘escapada’ conjunta a la vista?

Tenemos en mente hacer otra este verano. Podría ser el pico Vignemale, también de más de 3.000 metros de altitud. Aunque todavía no lo hemos confirmado.