¡Paso a paso frente al sedentarismo!

Caminar de manera habitual es una de las mejores recetas para cuidar nuestro organismo y prevenir posibles problemas como el sobrepeso o los altos niveles de colesterol. Aprovechar los pequeños desplazamientos o los espacios libres entre actividades puede resultar clave para tener éxito en nuestro plan.

Nuestro día a día está plagado de horas y actividades que nos transforman, año tras año, en personas más sedentarias. Estar sentado en la silla de la oficina, tumbado en el sofá, de pie en el ascensor, sentado en el autobús… Los ejemplos son innumerables y sus consecuencias realmente negativas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inactividad física es ya el cuarto factor de riesgo de mortalidad, causante del 6% de las muertes que se producen en el mundo y del 30% de las cardiopatías isquémicas (infarto y angina de pecho). A pesar de estos datos, un 60% de la población mundial es sedentaria. En España, el 36,7% de la población se declara sedentaria en su tiempo libre. 

¿Y qué soluciones tenemos a mano?

Una investigación de London School of Economics asegura que “caminar media hora cinco días a la semana adelgaza más que correr, andar en bici o acudir al gimnasio. Las personas que caminan con frecuencia bajan una talla de ropa respecto a la media y les ayuda a prevenir el colesterol, los ataques al corazón, la diabetes y la tensión alta. Además, una buena caminata levanta el ánimo. Los beneficios son especialmente patentes en mujeres mayores de 50 años”. No sirve, eso sí, cualquier forma de caminar. Hay que alcanzar un paso ligero/moderado. Es decir, aquel en el que aumenta la sensación de calor, se inicia una ligera sudoración, sube el ritmo cardíaco y el respiratorio, pero aún se puede hablar sin sentir que falta el aire. Por ejemplo, caminando a paso ligero, entre 4,8 y 6 km/hora.

Es cierto que, en ocasiones, no es fácil calcular cuánto caminamos cada día y, además, saber qué cantidad de pasos es más recomendable para cada jornada. Podemos medir la distancia que caminamos con una de las múltiples aplicaciones que ofrecen los teléfonos móviles, y también podemos usar un podómetro que nos ayude en la tarea de contabilizar nuestros pasos. Sin embargo, hay una cifra realmente sencilla de recordar: los 10.000 pasos al día, que con una intensidad moderada suponen el valor mínimo exigible para que la actividad física se pueda traducir en beneficios muy significativos para la salud.

2.000

pasos a velocidad moderada (20 minutos al día) reducen, según explica la revista médica The Lancet, un 8% la posibilidad de infarto en grupos de riesgo. Con 40 minutos, la publicación sostiene que el efecto equivale al de las pastillas que mitigan el colesterol.

En este sentido, si contabilizamos los pasos desde que ponemos un pie en el suelo, cuando nos dirigimos a la oficina, cuando caminamos por el supermercado o en el rato que callejeamos y volvemos a casa, nos percataremos de que hay multitud de desplazamientos con los que no contamos y que pasan a engrosar nuestro cómputo particular de pasos diarios. El éxito para dejar de ser sedentario y comenzar a ser más activo se basa en encontrar aquellos “momentos saludables”, esos espacios de tiempo que tenemos mientras llevamos a cabo nuestro quehacer diario y que podemos aprovechar para sumar pasos.

Pequeños retos

Por ejemplo, aprovechar a bajar (y también subir) por las escaleras en lugar de utilizar el ascensor. ¿Hemos contado el número de escaleras que hay desde el piso en el que vivimos hasta el portal de casa? ¿Y en el lugar de trabajo? ¿Qué distancia (en pasos) tengo desde casa a la tienda donde compro el pan todos los días? ¿Y haciendo la compra o yendo a recoger a los hijos? Todo suma y beneficia a nuestra salud, ya que siempre es mejor hacer algo de ejercicio que no hacer nada.

Por eso, el reto está encima de la mesa: pongamos un podómetro en nuestra vida, contemos qué cantidad caminamos cada día y comparémosla con la referencia mencionada de 10.000 pasos al día. Después, pensemos en qué momentos podemos aprovechar para, sin tener que dedicar un tiempo concreto, ir sumando pasos. Andar es, sin duda, una de las mejores recetas para la salud, ya que, como expone la World Heart Federation, “caminar de manera habitual contribuye a reducir la presión arterial y la frecuencia cardiaca, se reducen los niveles de colesterol, disminuye la masa grasa y se facilita el control de los niveles de glucosa”. Así es el camino. Un paso tras otro para hacer frente al sedentarismo.

Servicio Médico de Volkswagen Navarra